Un ejemplo de trabajo en Palo Santo.

Samuel Aniceto Moya es un productor paippero, es decir, nucleado en el Instituto PAIPPA, que es un instrumento productivo del gobierno de la provincia para asistir a los pequeños trabajadores de la provincia ...

Samuel Aniceto Moya es un productor paippero, es decir, nucleado en el Instituto PAIPPA, que es un instrumento productivo del gobierno de la provincia para asistir a los pequeños trabajadores de la provincia, que cuenta con casi 9 mil asociados.
Es quién se constituye de algún modo en el ejemplo no solo del trabajo sino del emprendimiento asociativo en la provincia, ya que merced a su tenacidad y voluntad de empeñarse en empresas laborales, tiene en marcha dentro de 10 hectáreas, un plan de reforestación de algarrobo; siembra sandías, zapallos y maíz y aún le resta tiempo material para abocarse con éxito a la apicultura, con 40 cajones que le rinden excelentes frutos.
Su campo está situado a la vera de un camino vecinal que se desprende de la Ruta Nacional 81, a unos 5 kilómetros al norte de Palo Santo, a unos 130 kilómetros de la capital provincial.
Allí, el trabajador paippero está reforestando su campo con algarrobo, que emprendió luego de un crédito otorgado por el gobierno provincial, hecho que agradeció e invitó a otros trabajadores operar bajo el sistema del Instituto PAIPPA. Afirmó que la única posibilidad de emprender estas actividades productivas es bajo la modalidad asociativa, con un trabajo interactuado entre varios estamentos.
“El crédito nos permitió adquirir los plantines, preparar el suelo con el movimiento que se requiere y tomar personal temporario, y así tenemos todo esto, donde también fue importante el acompañamiento permanente de la Dirección de Bosques de la provincia”, indicó Moya.,
Precisó el trabajador que las plantas de algarrobo cuentan ya con aproximadamente 17 meses y dijo que para su utilización “como madera de serraje” necesita contar entre 15 a 20 año, que arrojaría “unas 1000 a 1500 kilos de madera maciza.
Añadió que a partir de cuarto o quinto año, empieza a fructificar, “lo que para nosotros es otro beneficio, para preparar forraje, y fécula o harina de algarroba”.
Contó que el invierno pasado fue muy riguroso, pero que los plantines sobrevivieron en tres oportunidades con nuevos rebrotes, a lo que se agrega la prolongada sequía que azotó a Palo Santo y a toda la región NEA. Para afrontar esta contingencia natural, comentó que tuvo que montar una especie de vivero bajo los árboles de un tupido monte cercano a su finca.
Junto a los plantines de algarrobo, muchos con más de metro y medio, crecen también las plantas rastreras de sandías y melones y más allá, las firmes y vigorosas plantas de maíz, con su color verde habitual más refulgente que nunca.
En un lateral de la chacra, en medio del monte, entre cardales y otras malezas que casi impiden el paso, están las cajas de las abejas que producen miel orgánica de calidad excepcional. Tiene 50 cajones repletas de trabajadoras abejas que producen cada una 40 kilos de miel por año.
Por lo observado en esta finca situada en Palo Santo, el pequeño productor paipero Moya se tomó muy en serio la prédica del gobierno acerca de la diversificación productiva y al mismo tiempo, envía un certero mensaje acerca de la importancia de volver a la cultura del trabajo, ya que el mismo apuntó que los frutos que está sembrando serán en beneficio propio y sus futuras generaciones.

10-12-2006 | Cargada en Fsa. en Marcha - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social