Destacan las bellezas del bañado la Estrella.

“Es un verdadero regalo para los ojos y una motivación particular para conmoverse ante la naturaleza. Por eso los formoseños están convencidos de que es una de las maravillas del continente. El bañado La Estrella ...

“Es un verdadero regalo para los ojos y una motivación particular para conmoverse ante la naturaleza. Por eso los formoseños están convencidos de que es una de las maravillas del continente. El bañado La Estrella, tercer humedal en importancia del continente -luego de los esteros del Iberá y el Pantanal de Brasil-, puede ser navegado y, sin duda, contemplado”, subraya en una extensa nota el diario La Nación en su edición de ayer.
Refiere a que son muchos los extranjeros que llegan allí atraídos por las posibilidades que ofrece para el ecoturismo, los más interesados en conocerlo y que fueron ellos los que advirtieron a los lugareños acerca de las dimensiones del verdadero paraíso que los rodea.
También señala que acceder al bañado es posible desde Las Lomitas, a 300 kilómetros de esta ciudad. Luego hay que atravesar otros 50 kilómetros hacia el norte, por la ruta 28, para comenzar a disfrutar de las bondades de la flora y fauna rodeadas por un tremendo silencio, sólo interrumpido por el trinar de las aves.
Se alude a las 400.000 hectáreas que posee y su origen a partir de los desbordes del río Pilcomayo, cuyo proceso de retracción llegó a tal extremo que su cauce original está presente sólo en 33 kilómetros, hasta el canal Farías, cerca de María Cristina, por donde ingresan los caudales que alimentan el humedal.
Nace en el departamento Ramón Lista y cubre el noroeste de los departamentos Bermejo y Patiño, comarcas aún habitadas por aborígenes wichis y pilagás, conservacionistas natos: su supervivencia está ligada a la tierra, los animales y los frutos silvestres.
El agua es cristalina, a tal punto que permite ver los peces, sábalos entre ellos, desplazarse plácidamente en cardúmenes sin que nadie se atreva a molestarlos. Una canoa, un bote o una chalana son igualmente útiles para comenzar la travesía.


Fantasmas silvestres


Además de la variedad de peces, están los champales, árboles increíbles, de una altura promedio de ocho metros, con troncos y ramas secos que deslumbran por las raras figuras que ensayan. De color claro, los champales están envueltos por enredaderas y su nombre fue acuñado por criollos y aborígenes.
Hay mariposas, saltamontes, enjambres de abejas y avispas alojadas en sus nidos oscuros y alargados. Allí, los atardeceres y el anochecer son espléndidos: la luna se refleja en las aguas, igual que los champales.
Pero no es todo. Los animales deambulan en libertad, sin temores ni sobresaltos. Allí, en ese mundo raro, es posible sorprenderse con carpinchos y yacarés lanzados al agua y hasta deleitarse con ese cuadro armonioso de las garzas blancas de cuello negro, moras o rosadas, que adoptan posturas desordenadas, aunque dispuestas con la proyección y perspectiva de un pintor.
También hay cigüeñas y ñandúes, que cohabitan con los mbiguá y los patos sirirí, estos últimos acostumbrados a las bandadas en formación casi perfecta. Y también hay osos hormigueros, lobitos de río, vizcachas, y hasta pumas y yaguaretés, pasando por los jabalíes.
Todo es posible en el bañado La Estrella. La travesía naútica es atrapante. Pero también lo es confundirse con la naturaleza en las simples caminatas o cabalgatas. Con temperatura siempre agradable -de un promedio de 20 a 25 grados- el bañado es un verdadero enclave ecológico al que se puede acceder también desde Guadalcazar, Media Luna, Río Muerto o Fortín Soledad, con la ventaja de que la opción por cada uno de esos accesos implica apreciar facetas distintas de un paisaje fascinante, casi incomparable.
En las recorridas fluviales, con embarcaciones de menor calado, el turista tiene ocasión de llevarse imágenes de uno de los sitios más ponderables de El imperio del verde , tal como se lo llama, donde los safaris fotográficos son indispensables.
Una flor, una galería vegetal, enredaderas, palmeras y champales se entremezclan con mborevíes (tapires, en guaraní) y una amplia gama de reptiles, con una yapa: los baqueanos que se ofrecen como guías pueden conducir hasta donde moran los yaguaretés.
Hay dos espectáculos imperdibles: el alba y el atardecer. Dos momentos que están registrados en el reloj virtual que utilizan las aves al lanzarse hacia los cielos, o cuando ya retornan las dormideras, casi siempre en los champales.

27-11-2006 | Cargada en Fsa. en Marcha - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social