Más de la mitad de los 800 productores caprinos del oeste han introducido genética en sus rodeos.

La tarea del estado provincial orientada a que los pequeños productores caprinos del centro oeste de la provincia mejoren sus rodeos, hizo que en la última década, más de la mitad de los cabriteros hayan introducido genética y con ello mejorado sustancialmente la calidad de sus animales.

Desde la Cabaña Provincial Caprina del Centro de Validación de Tecnologías Agropecuarias de Laguna Yema se apuntala esta estrategia, ámbito desde donde sus técnicos se muestran satisfechos al considerar positivos los resultados logrados que se traduce en el ostensible mejoramiento de la calidad de los rodeos.
Asimismo, se expone como un elemento motivador para avanzar hacia nuevas etapas de una tarea orientada a transferir conocimientos sobre un mejor manejo de las majadas y la utilización de genética y de modernas tecnologías.
El jefe del área Ganadera de dicho centro, doctor Sebastián De la Rosa, revela que en la provincia hay unos 800 productores de caprinos y que más de la mitad de ellos introdujo genética, de una u otra manera, en los últimos diez años.
Las expresiones alentadoras surgieron luego de la evaluación de los productores a los que la Cabaña les entregó genética y del seguimiento realizado acerca de lo que está pasando en esos predios.
Se llevan entregados 140 reproductores desde el inicio de la Cabaña y ese seguimiento al que alude De la Rosa es para verificar que sean majadas libres de brucelosis y todo un seguimiento del desempeño reproductivo y productivo de los machos que se van entregando.
Al consultársele acerca de la cantidad de animales en la provincia calcula que hay 240.000 caprinos y 80.000 ovinos, aunque se cree que puede haber un poco más.

Las razas

"Lo que recomendamos es no trabajar con animales en pureza para las majadas generales sino con cruzamientos que es donde se producen los mejores resultados; es decir que sobre el pie de cría criollo, es decir las hembras criollas primero se introduce alternativamente o Boer o Anglo Nubian, de acuerdo al ambiente donde se encuentre la majada y después se vuelve a cruzar con otra raza", explica.
Cree, sin embargo, que a futuro se tendrá que volver a cruzar con el criollo para que no se pierda rusticidad y adaptación al ambiente que es la mejor característica que tiene el criollo y por eso es que se presta atención a la conservación de esa genética ya que, de lo contrario, ella se pierde y a la larga el productor va a tener problemas de adaptación con sus animales en el ambiente donde producen y eso es lo que se trata de evitar con todo este trabajo.
"Vemos que los resultados alcanzados son positivos, vemos una mejor calidad de los animales que ofrecen y en muchos de los casos redujeron el número de cabezas aunque no la cantidad de producción. Ello quiere decir que con menos animales de mejor calidad están produciendo igual o más que lo que antes tenían con animales de mala calidad o mal manejados", relata De la Rosa.
Ahora se está trabajando con un grupo de productores vinculados a la Cabaña Caprina desde el inicio y que ya tienen animales de suficiente calidad como para venderlos como reproductores, percibiendo un ingreso más alto que si vendiesen los animales para carne.
"Son productores de la zona de Laguna Yema a los que los llamamos "multiplicadores" que es como un sistema de pirámide que habíamos planteado desde el inicio de la Cabaña", indicó para acotar que "los animales de altísima calidad o de elite están en la Cabaña, esos se distribuyen a productores , ellos los multiplican en sus rodeos y se encargan de vender la genética como un producto propio".
"La genética es como la frutilla del postre, en este caso", insiste para exponer que lo que importa es como el productor puede ir mejorando su sistema de manejo tanto en lo sanitario como en las épocas de parición porque favorece a un mejor desarrollo de los animales siempre aferrados a los criterios de sustentabilidad ambiental, económica y social de modo tal que puedan lograr un producto natural en el menor tiempo posible el medio ambiente o afectando mínimamente el cambio de uso de suelo.
Al comparar, consigna que mientras antes se tardaba cinco o seis meses para tener un animal que vaya a faena, ahora los productores que aceptaron las propuestas tecnológicas del CEDEVA están lográndolo en tres meses como máximo.
"Ello quiere decir que tenemos un acortamiento importante no solo para que el productor se haga con dinero o con alimentos que proviene de ese animal en menos tiempo, sino que estamos quitándole presión al medio ambiente de animales que están erosionándolo, algo que tiene que ver con el criterio de sustentabilidad que promovemos", señala.
Refiere que la cultura del formoseño es comer un animal de unos 15 kilogramos en pie, es decir de unos seis o siete kilos faenados.
Explicó que para la reproducción se evalúan distintos ciclos de sincronización de celos y otro tipo de manejo reproductivo, aunque reconoce que en la actualidad se tiene a que sea todo lo más naturalmente posible y manejado de acuerdo a las posibilidades del productor.
Indica que la cabra entra naturalmente en celo en otoño y las pariciones se producen a principios de la primavera, para puntualizar De la Rosa que ello tiene dos ventajas, por un lado, el clima que para esa época ya es más benévolo y por el otro los animales ya llegan terminados para las fiestas de fin de año en que se registra la mayor demanda.
"El Subprograma Caprino viene trabajando en función a estos números y nosotros participamos de la comisión asesora técnica junto con todas las instituciones que trabajan con caprinos en apoyo al programa del ministerio de la Producción y Ambiente", refirió.
22-02-2012 | Cargada en Fsa. en Marcha - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social