El ministerio de la Comunidad patrocinó una conferencia sobre Discapacidad y Perros de asistencia, que estuvo a cargo de Maximiliano Marc. La pelea de Maxiliano es por la aprobación de la ley nacional del perro guía, para lograr la accesibilidad a todo medio de transporte y espacios públicos.
Para ello abrió a principios de octubre un grupo en Facebook donde ya logró sumar alrededor de 600 adhesiones. "No se le pide al Estado ni dinero, ni terrenos, sino que los usuarios de perros guías tengamos accesibilidad universal a todos lados. Es un derecho con el que conseguiremos que más personas se animen a tener un perro guía y podamos instalar una escuela de perros guías en el país", explicó.
Marc es no vidente, tiene 40 años y transita por la calle junto a Bandit, un labrador negro, su lazarillo. Bandit no es un perro labrador más. Su dueño lo considera su rueda de auxilio y forman un equipo.
Una retinitis pigmentaria le fue cercenando la visión desde su adolescencia, a lo que se le sumó una hipoacusia en el oído derecho. Así y todo, pudo cursar desde su educación inicial hasta el secundario en el Normal 3, estudiar un par de años de Medicina, dedicarse luego al turismo y, cuando la ceguera le puso límites, optó por cursar psicología, carrera de la que sólo le faltan las residencias.
"Ya en 2000 o 2001 el resto visual que tenía no me alcanzaba para nada. Asumí que debía usar bastón, algo que me estresaba bastante. La historia empezó a cambiar cuando conocí a Ana Bravo, que es la precursora de los perros guías en la Argentina", contó.
Para Maxi, conseguir a Bandit no fue soplar y hacer botellas. "Imaginate que en todo el país somos 25 usuarios de perros y en Rosario tres", dijo.
"No me toque, estoy trabajando", se lee en el cartel pegado en el arnés de Bandit. "La gente ve al perro y lo primero que te dice es «¡Ay, qué lindo!, ¿lo puedo tocar?». El tema es no distraerlo. Él sabe que cuando está con el arnés está trabajando y la responsabilidad de que no me pase nada a mí es de él", relató.
Marc es no vidente, tiene 40 años y transita por la calle junto a Bandit, un labrador negro, su lazarillo. Bandit no es un perro labrador más. Su dueño lo considera su rueda de auxilio y forman un equipo.
Una retinitis pigmentaria le fue cercenando la visión desde su adolescencia, a lo que se le sumó una hipoacusia en el oído derecho. Así y todo, pudo cursar desde su educación inicial hasta el secundario en el Normal 3, estudiar un par de años de Medicina, dedicarse luego al turismo y, cuando la ceguera le puso límites, optó por cursar psicología, carrera de la que sólo le faltan las residencias.
"Ya en 2000 o 2001 el resto visual que tenía no me alcanzaba para nada. Asumí que debía usar bastón, algo que me estresaba bastante. La historia empezó a cambiar cuando conocí a Ana Bravo, que es la precursora de los perros guías en la Argentina", contó.
Para Maxi, conseguir a Bandit no fue soplar y hacer botellas. "Imaginate que en todo el país somos 25 usuarios de perros y en Rosario tres", dijo.
"No me toque, estoy trabajando", se lee en el cartel pegado en el arnés de Bandit. "La gente ve al perro y lo primero que te dice es «¡Ay, qué lindo!, ¿lo puedo tocar?». El tema es no distraerlo. Él sabe que cuando está con el arnés está trabajando y la responsabilidad de que no me pase nada a mí es de él", relató.