Defensoría del Pueblo opinó de la integración de pueblos autóctonos.

Desde la Defensoría del Pueblo de Formosa a través de su titular, José Leonardo Gialluca se hizo una serie de apreciaciones en torno al recientemente desarrollado Segundo Encuentro de Pueblos Originarios de América.

Desde la Defensoría del Pueblo de Formosa a través de su titular, José Leonardo Gialluca se hizo una serie de apreciaciones en torno al recientemente desarrollado Segundo Encuentro de Pueblos Originarios de América.
Es así que se recordó en principio que “desde la celebración, en la ciudad de Patzcuaro (Méjico), del Congreso Indigenista Americano, en 1940, el 19 de abril fue instituido como el Día del Indio Americano, oficializado en nuestro país desde el dictado del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº 7.550/45.
Más allá de la referencia histórica, me gustaría detenerme en la labor que se realiza en pos del respeto a la identidad cultural de los primeros habitantes del continente. Me viene a la memoria la frase que reza: “hoy, a más de 500 años de la llegada de Colón, los reclamos de las naciones indígenas americanas resurgen con fuerza en todos los países de Latinoamérica. Y la pregunta es ¿ cuales son estos requerimientos y en que forma se encaran los mismos ?. La respuesta al primer interrogante no es de muy difícil contenido, pues lo que se busca es lograr la igualdad de oportunidades, para estudiar, trabajar y progresar, en un marco de respeto a su cultura. Respecto de la segunda cuestión, contestarla no es tan fácil, pues podemos observar, claramente, en el espectro sociopolítico de nuestra comunidad dos formas distintas de encarar la situación. Por un lado, desde el Estado, se llevan adelante diversos proyectos en aras de lograr la mancomunión, vista esta como la unión en pie de igualdad, en este sentido podemos señalar las reformas normativas, dentro de las cuales se enmarca nuestra Ley Provincial Integral del Aborigen Nº 426, pionera en su clase, en la que se inspiran acciones concretas de las autoridades que son realizadas de manera permanente en procura del logro de sus objetivos, como el reconocimiento de la identidad cultural de las naciones indígenas que habitan el territorio formoseño a través de la protección de su tierra, su lengua y sus costumbres. Por otra parte, puede verse un espíritu de confronte, a dicha política, en referentes que expresan, con relación a la misma, que se está haciendo todo mal y en cuanto anuncio que se realiza en sintonía con la misma, no pierden la oportunidad de resaltarlo. Baste el dato curioso que previo a realizarse, en nuestra Ciudad Capital, el II Encuentro de Pueblos Originarios de América, se alzaron voces cuestionando la representatividad del mismo y su organización, haciendo futurología respecto de los resultados poco satisfactorios que tendría. Como miembro de esta comunidad y como parte integrante de la Defensoría del Pueblo, me gustaría hacer una simple apreciación, qué paradójico resulta que quienes se pretenden abanderados de los aborígenes denosten las acciones de gobierno encaradas en beneficio del reconocimiento de la cultura de los mismos. Las medidas que, desde las esferas gubernamentales, se adopten pueden ser acertadas o desacertadas, pero es nulo el aporte que podremos dar a la tarea de nuestros representantes si partimos de la base de que los mismos están envueltos en una sombra invisible que los hace actuar, deliberadamente, en contra del aborigen. Es contradictorio buscar la integración social teniendo como punto de partida su antónimo, la segregación, nada menos, de las políticas encaradas con el fin de lograrla. Es saludable plantearse, como sociedad, en cuestiones como esta, desde donde venimos y hacia donde vamos”.
Concluye afirmando Gialluca que “si queremos lograr verdaderos avances en la integración de las culturas aborígenes, es preciso dejar atrás la demonización del Estado, en la comprensión de que somos parte del mismo y como tales, es fundamental la contribución que podamos brindar, en este orden de ideas nos asiste el derecho de poner nuestro granito de arena en la elaboración de los proyectos que encara y en sugerirle, por los carriles adecuados, las políticas correctivas necesarias para el mejor resultado de estas últimas y para ello es fundamental plantearnos, antes de hablar de justa convivencia con otras culturas, de que manera convivimos con la propia”.
19-04-2005 | Cargada en Sociales - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social