Primer aborigen del extremo oeste graduado con titulo universitario.

Regresó a su hogar de Palmarcito y se reencontró con una comunidad orgullosa por el logro obtenido de uno de sus hijos.

La comunidad de Palmarcito, de unos 180 habitantes y situada a más de 600 kilómetros al oeste de esta ciudad, recibió orgullosa a su hijo Luis Palma, joven aborigen de 25 años que regresó a su terruño como flamante enfermero universitario, el primer aborigen graduado de la Universidad Nacional de Formosa.
Egresado de la Escuela 384 de esta comunidad aborigen, cuyos pobladores han tenido que cambiar de lugar de asentamiento en tres oportunidades en los últimos veinte años ante las permanentes embestidas de las aguas del río Pilcomayo, Luis es el mayor de ocho hermanos, y feliz por el sueño hecho realidad se reencontró con los suyos. Y ahora va por más, ya que comenzó a cursar la licenciatura en enfermería, ya que pretende tener los mayores conocimientos para servir.
"Fueron cuatro años duros, aunque estoy orgulloso, contentísimo de haberme recibido", afirma, recordando que el primer año de estada en esta capital no resultó sencillo, porque "costaba adaptarme al ritmo de la universidad y de la ciudad, fue muy grande el cambio, pero nos ayudaron y eso hizo más sencillo todo".
Afirma que "el sacrificio valió la pena, y demuestra que no es cierto que seamos marginados, que no somos inteligentes. Podemos ser un poco más o un poco menos que cualquiera, pero con las mismas posibilidades de estudiar y aspirar a alguna profesión", comentando que en esta ciudad los aborígenes que estudian en la UNaF se organizaron en la llamada Comisión Inter-étnica: "nos unimos los jóvenes de las tres etnias (Wichí, Toba y Pilagás) nos ayudamos mutuamente, aunque en general el común de los estudiantes siempre nos dio una mano, igual que el mismo gobierno que nos ayuda a que podamos estudiar, algo que es muy estimulante".
"Ya soy un enfermero universitario, pero tengo la sensación de que puedo más, me falta un poco mas para que mi horizonte de trabajo sea mejor, y entonces estar mejor preparado para brindar mis servicios, por eso comencé a cursar la licenciatura en enfermería", subraya.

Un cambio para bien

Destaca Palma "los grandes cambios" que se están produciendo en la zona de su comunidad y otras cercanas como Lote Ocho. "Diez años atrás no había agua potable en las casas, tampoco energía eléctrica ni viviendas, las escuelas eran muy precarias, pero eso cambio y ahora se hicieron modernos edificios y se amplían cada vez más los servicios de agua y luz".
"Fíjese, yo antes para estudiar el secundario tenía que hacer 40 kilómetros en bicicleta hasta El Potrillo, y ahora el colegio lo tenemos cerca, todo eso ayuda a que los sueños de ser un profesional sean mayores. Todo eso es un gran incentivo", afirma, para vincular estos avances a que otros como él, estén estudiando, siguiendo carreras como la de enfermería, ingeniera zootecnista, una chica que sigue psicopedagogía, un profesorado en geografía. "Y les está yendo bien, y los que ahora se reciben tienen muchas expectativas en seguir el mismo camino, que es algo muy importante", subraya.
"Ahora vine y hable con otros jóvenes que están por terminar los estudios, les dije que es posible seguir mejorando, tener una profesión, hay posibilidades de hacerlo y ayudar a sus familias a que cambien para bien la forma de vida. Es como ir sentando las bases para que la misma comunidad crezca", afirma optimista.
Tras recordar que su padre, un agente sanitario en la zona, no le gustaba mucho la idea de que estudiara enfermería, dada la experiencia personal de muchos años que al ser el único en esa región tenía que responder a pedidos de los lugareños todos los días y muchas veces de madrugada, siendo muy sacrificada la tarea, insiste en que "ahora también eso cambio, hay médicos, enfermeros, y entonces es mas fácil, de todas formas está muy orgulloso y feliz porque de alguna forma su sueño se hizo realidad conmigo".

Docentes reconfortados

Viviana Fernández, la directora de la Escuela 384, de donde egresó el joven Palma, hace veinte años trabaja como docente en la zona, en el actual asentamiento hace doce, dado que ella al igual que los lugareños acompañó el trasladarse de los pobladores producto de la crecida del río Pilcomayo.
"Los avances que ha habido en los últimos años nos llenan de satisfacción. Cuando vinimos dábamos clases bajo un árbol, ahora se construyó la escuela, se hicieron viviendas y también las infraestructuras para que la gente tenga agua, los caminos han reemplazado a las picadas, y todo eso fue vital para que la gente viva mejor y tenga mayores expectativas, algo que se refleja en Luis que acaba de recibirse en la universidad y nos llena de orgullo a todos", sostiene.
Alude a que estos progresos permitió ir avanzando junto a los alumnos y la misma comunidad que se involucra activamente en proyectos como la de una panadería, cría de pollos, carpintería o de huertas que "están desarrollándose y con buena aceptación de la gente, quién está entendiendo que puede mejorar con su trabajo y no quedarse solamente con una ayuda social".
"Es muy reconfortante que chicos que han salido de nuestra escuela estén estudiando en la universidad, y el caso de Luis es un orgullo para todos nosotros", enfatiza, mientras a su lado un MEMA (Maestros Especial en la Modalidad Aborigen) asiente coincidente.
En tanto el docente Gustavo Almirón, quién hace quince años está en la zona, rememoró los momentos difíciles y situaciones límites cuando el río anegó el anterior asentamiento y debieron trasladarse al actual. "Fue una lucha codo a codo con la comunidad, mucho sacrificio, pero con todo los cambios que estamos teniendo ahora, hace que los esfuerzos hayan valido la pena".
Comenta la importancia que está alcanzando la educación intercultural bilingüe, donde el maestro aborigen imparte clases en el primer ciclo junto con el docente tradicional. "Es una tarea en conjunto donde en principio se le enseña a escribir al chico en su lengua materna, y luego se transfiere al español. Con ello la cultura indígena permanece intacta en cada alumno, con lo cual no pierden todo lo que a lo largo de las generaciones de aborígenes han sabido conservar".
Alude finalmente que el hecho de que un joven de la comunidad haya accedido al titulo universitario y que varios otros sigan cursando diferentes carreras, constituye junto a las innumerables obras de gobierno en la región, en "enormes alicientes, son estímulos muy fuertes".
26-08-2008 | Cargada en Novedades - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social