Recrean el nacimiento de Jesús con los caciques aborígenes.

Como ocurre todos los años, Naty Petrosino, conocida en el mundo por su labor humanitaria y por su trabajo a favor de los aborígenes wichís y criollos del departamento Ramón Lista, recreó el nacimiento de Jesús organizó ...

Como ocurre todos los años, Naty Petrosino, conocida en el mundo por su labor humanitaria y por su trabajo a favor de los aborígenes wichís y criollos del departamento Ramón Lista, recreó el nacimiento de Jesús organizó, como ocurre todos los años, un pesebre viviente en el paraje El Divisadero, ubicado en el noroeste provincial con la participación protagónica de los caciques y componentes de la comunidad wichí de esa región.
Hasta allí llegaron aborígenes, criollos e invitados especiales de parajes y localidades tales como El Quebracho, El Potrillo, Kilómetro 30, Tres Pozos, Pozo de Maza, Pescado Negro e Ingeniero Juárez, entre otros.
"Por suerte a Naty la tenemos entre nosotros y todos los años nos hace estos eventos. Hoy se reunieron no sólo la comunidad de El Divisadero, sino todas las comunidades próximas. El mensaje que yo quisiera dejar es apoyarla así como a la gente de este pueblo", expresó una docente del lugar.
Petrosino -quien adelantó este acontecimiento ya que debe viajar a Italia donde debe entregar la distinción de La Mujer del Año que recibiese en mérito a su lucha solidaria seleccionada entre 12.000 nominadas de todo el mundo-, explicó que se había representado allí el momento sublime de la venida al mundo terrenal de Jesucristo.
"Es tan hermoso este lugar, con nuestros queridos hermanos que han venido desde otros lugares. Les quiero agradecer muchísimo a todos, a los médicos, a los enfermeros, a los maestros, a los criollos… muchísimas gracias a todos por acompañarnos en esto tan lindo porque a pesar de que las cosas en el mundo parecieran estar mal nosotros en nuestro corazón estamos tranquilos y felices porque Jesús nace cada día", reflexionó.
Tras rezar un Ave María y realizar un agradecimiento a Dios, Petrosino les entregó a los invitados pan dulce, golosinas y jugos. "Yo les pido a los pastores –ya que hemos logrado reunir a todas las comunidades en el nombre de Jesús- que no haya iglesias para criollos e iglesias para aborígenes. Tengamos una sola iglesia… Dios está siempre en todos lados. Quiero que todos estemos juntos alabando a Dios, sin distinción de clases".
"Si nos sumamos todos, realmente vamos a hacer maravillas", indicó la nombrada "Mujer del Año" en el 2006 por el Consejo Regional de Aosta, Italia, donde año tras año se distingue a mujeres del mundo que se destaquen por su labor humanitaria.

La Teresa formoseña

"Es un verdadero privilegio que me emociona porque siempre he tratado de seguir sus pasos en alianza directa con Dios", reconoce Naty Petrosino cuando el cronista le comenta que hay quienes, por su obra humanitaria en pleno monte del departamento más empobrecido de esta provincia, la han comenzado a llamar "la madre Teresa formoseña".
En noviembre de 2006 recibió el premio a la mujer del año 2006, otorgado por las autoridades de la región italiana de Aosta a quienes realizan una constante obra humanitaria, trabajando silenciosamente para dedicar su vida al prójimo para que le sea posible recrear sueños y esperanzas.
"Este premio significa una responsabilidad mayor con mi Señor, con la gente y conmigo misma. Es, en verdad, una responsabilidad muy, muy grande...", admite.
Hace catorce años, luego de haber permanecido quince en Rusia donde comenzó a ser conocida a nivel mundial, recaló en Ramón Lista, cerca del límite con Salta y Paraguay, porque había oído hablar de la vida horrible de los aborígenes wichí. Desembarcó con Juan Francisco, su hijo que por entonces tenía apenas cinco años, así como con un reducido grupo de colaboradores de "Los amigos del camino" de Bahía Blanca donde tiene asiento fijo su domicilio aunque Formosa y el desierto mendocino, donde habitan los herederos de los huarpes, la retinen la mayor parte de los meses del año. Ahora, para alegría suya, se acaba de sumar un nieto varón que oficia de secretario no rentado.

El Divisadero

El lugar donde vive, en una casilla rodante, se llama El Divisadero aunque extiende su misión hacia la gente de El Cruce, El Treinta, El Pozo, El Quebracho.
"Yo trato de que se amen criollos y aborígenes, compartan sus tareas, convivan y se acepten", expone para ufanarse: "Juntos fabricamos ladrillos y construimos las casas, escuelas y centros de salud. Los ayudo en los partos, en la higiene, en la nutrición y en cada demanda de cada dia", comenta.
"Por mas de veinte años trabajé en villas de emergencia pero lo que encontré aquí era realmente increíble. Gente viviendo bajo un árbol en la más terrible indigencia. Lo primero que hace uno es enojarse porque me planteaba lo siguiente: "Como los que están tan cerca no los vieron y yo tengo que venir y los veo?", se interrogaba.

Con la gente que vivía cerca, en Ingeniero Juárez, la más urbanizada de esos alejados parajes, que casi fueron devorados por la desertificación, llegó a pelearse porque teniendo poder adquisitivo no habían ayudado y mucho menos advertido ese clima de precariedades .Y hasta una monja que vivía allí, ante su recriminación, se puso a llorar y le dijo:" Quiere decir que yo no hice nada en mi vida?". Ahora le pide perdón.
Es que después de una experiencia de vida directa, de convivencia en esos parajes ignotos donde el silencio abacial solamente es interrumpido por el viento norte, advirtió que se había equivocado.
Confiesa que se había dado cuenta que ellos están en un estado evolutivo totalmente diferente. Que van muy lento en su evolución.
Por eso es que no dudó en vivir durante todo un año debajo de un árbol como los wichí para que aceptaran que se les hiciesen casas.
"Ahí me di cuenta que no era que no les habían querido hacer casas en estos 500 años sino que no las querían. No las querían. Creía que se pondrían felices porque les fuéramos a ayudar. Nó! Ellos venían todos los días y me decían: "Nosotros aceptarte nuestra hermana...nosotros aceptarte que vos venir".Y yo me asombraba y pensaba: Como no van a estar contentos si yo soy la que tengo que estar de acuerdo y no ellos".Pero después de tantos años me di cuenta que tenían razón. Yo tengo que estar feliz de que ellos me aceptaran", confía, mirando fijo con ese par de ojos azul-celestes y los rasgos faciales que denotan la original belleza de esta mujer enérgica, exigente, trabajadora aunque tierna y sensible.
"Es que el choque cultural es grande. Debemos aprender a comprenderlos y la única manera de hacerlo es conviviendo con ellos", enseña.
Y aquí evoca a su amada Teresa de Calcuta: "Para ayudar al pobre hay que vestir su misma ropa y comer su misma comida. Y por eso, un año dormí a la intemperie, solamente protegida por los árboles, con ellos".
Católica ferviente, Naty respeta la religión de los aborígenes. Casi todos son anglicanos o evangélicos. Igualmente, les ha construido un templo haciendo caso omiso a las divisiones. Las únicas que acepta son las de Boca y River, cuando disfruta distribuyendo las camisetas a los niños y adolescentes wichí, en las horas de recreación que forman parte de su propio esparcimiento en esos solares solitarios y silenciosos.
Para el final, para no interrumpir sus oraciones, le consultamos si no se cansaba de perseverar sin resultados a la vista ya que los pobres parecen interminables: "Si yo lo hiciera en función social únicamente, desde la beneficencia-como se hace en el mundo- no podría seguir. Pero me sentiría muy mal. Solamente en la provincia de Buenos Aires he llegado a dar de comer a 7.000 personas durante mucho tiempo y no lo he podido lograr. No se termina ni el hambre ni la miseria y no se puede promocionarlos para que mejoren su condición social. Eso haría que yo bajara los brazos. Pero como lo hago solo por amor a Dios y El dice que hay que darle al que no nos va a agradecer, al peor, al que aparentemente no lo merece. Entonces, eso es lo que me da mas fuerzas y por eso no voy a bajar los brazos".
20-11-2007 | Cargada en Sociales - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social