Aborígenes acopian harina de algarrobo para comercializarla.

Aborígenes de diferentes grupos de trabajos en los departamentos del oeste formoseño (Ramón Lista y Bermejo) llevan acopiados unas veinte toneladas de harina de algarrobo, la cual será comercializada íntegramente.

Aborígenes que conforman diferentes grupos de trabajos en los departamentos del oeste formoseño (Ramón Lista y Bermejo) llevan acopiados a la fecha unas veinte toneladas de harina de algarrobo, la cual será comercializada íntegramente.
Esta tarea se enmarcan en proyectos que tras ser evaluados técnicamente recibieron asistencia crediticia del gobierno, y han avanzando progresivamente en la producción de esta harina de algarrobo, la cual será adquirida por el Ministerio de Desarrollo Humano.
Se recordó que aborígenes del oeste de la provincia hace ya tiempo comenzaron a trabajar en un programa orientado a promover el acopio organizado de los frutos silvestres como una contribución para el programa de mejoramiento nutricional que encara la provincia y también apuntando a producir una serie de alimentos, no sólo para consumo propio, sino también con las posibilidades de aportar a otros sectores.
Este producto tiene a las personas celiacas, es decir que sufran intolerancia al gluten, como una de sus principales consumidoras de alimentos elaborados a base de esta harina, aunque también el común de la gente puede optar por ella dada sus cualidades nutritivas.
El algarrobo forma parte del paisaje del monte habitado por los indígenas, quienes obtienen los frutos en forma de vaina, esta suerte de chauchas que una vez maduras permiten obtener esa harina muy dulce, con un sabor muy parecido al del cacao y con muchas propiedades nutricionales.
En la composición de la harina de algarroba se destaca la presencia de entre 40 % y 50 % de azúcares naturales (fructuosa, glucosa y sacarosa). Contiene además un 8 % de proteínas, un muy bajo contenido de grasas y muchos minerales: hierro, calcio, magnesio, zinc, silicio, fósforo y fundamentalmente potasio. Y vitaminas A, B1, B2 y D.


Frutos silvestres


Hay que recordar que en las comunidades indígenas aún se mantiene la costumbre de aprovechar el periodo de caída de frutos silvestres que arranca en el mes de agosto y se prolonga hasta enero. Es que los aborígenes nunca dejaron de consumir estos productos ya que contienen todas las vitaminas y nutrientes que necesitan para vivir bien, sobre todo los más chicos.
Entre los frutos de estación menciona a los de algarrobo blanco y negro, mistol, chañar, tusca, kiskaloro, tuna, doca y bejuco, en sus distintas variedades.
Las frutas caídas de los árboles, se secan naturalmente con el sol y luego son trituradas en morteros hasta convertirse en harina.
Mezclada con agua o con aceite, se convierte en un alimento permanente y orgánico para los aborígenes, desde enero hasta agosto.
En ese lapso los lugareños consumen este verdadero regalo de la naturaleza con el que alimentamos a sus niños y abuelos, sobre todo.
También se elabora una suerte de galleta criolla, mezclando los frutos de de algarrobo blanco con agua o leche, que es considerada altamente nutritiva.

30-04-2007 | Cargada en Novedades - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social