Cuando se dejaba atrás el aislamiento.

Hace poco más de tres años atrás, una inhóspita zona del extremo noroeste formoseño, poblada por sacrificados criollos que diariamente le dan batalla a las adversidades que les plantea una agreste geografía y un clima ...

Hace poco más de tres años atrás, una inhóspita zona del extremo noroeste formoseño, poblada por sacrificados criollos que diariamente le dan batalla a las adversidades que les plantea una agreste geografía y un clima no menos adverso, quedaba unida definitivamente al resto de la provincia: Este épico logro fue merced a la titánica tarea que a lo largo de más de un año encaró la Dirección Provincial de Vialidad, con los trabajos de ejecución de un camino de 80 kilómetros, que fue la extensión de la ruta nacional 86.
El propósito del gobierno provincial a la hora de decidir ejecutar esta tarea, tuvo también otro propósito, más allá del antes señalado, y fue tener una vía que conduzca a la zona de trasvase del río Pilcomayo, para facilitar el acceso de máquinas que puedan ejecutar obras tendiente a asegurar el ingreso del vital líquido a nuestro territorio.
Este propósito ha venido redituando con creces, puesto que la sacrificada tarea que encaró el personal de la Dirección Provincial de Vialidad que trabajó desde septiembre del año 2002 hasta finales del año siguiente, posibilitó que centenares de familias de criollos, ganaderos en su gran mayoría, tengan una vía de comunicación permanente con el resto de la provincia, algo que hasta entonces no era posible, salvo a través de una intrincada red de picadas donde solamente con caballos se podía transitar, y con mayores contratiempos ante cada crecida del bañado La Estrella.
Esta zona se encuentra distante a unos 600 kilómetros de esta capital, y corre paralela al viejo cauce ya desaparecido del río Pilcomayo, lindando asimismo con una porción del bañado La Estrella, el que constituye fuente de vida para el ganado vacuno y caprino que crían los lugareños.
Las tareas encomendadas por el Gobierno de Formosa, dejaron 80 kilómetros perfectamente transitables, y que prolongan la ruta nacional 86 desde El Solitario -donde terminaba la traza- hasta Puerto Irigoyen, pasando por parajes como Jesús María, El Mistolar, Las Cañitas, La Overa, Buena Vista, El Sauzal, Tres Arroyos, Chañares Bayos, San Rafael y El Alambrado, entre otros varios.
También se completaron trabajos de limpieza hasta los parajes Misión El Yuto, San Andrés y San Martín, además de otras acciones de mejoras en los accesos a escuelas y de limpieza de predios.
Inclusive, la inserción de Vialidad en la zona ha sido de tal manera, que enfermeros pudieron realizar campañas de vacunación y entrega de algunos medicamentos, mientras que se donaron tanques de agua para que algunos parajes cuenten en forma permanente con el vital líquido.
Para llevar adelante este emprendimiento, fueron afectados vialeros pertenecientes a los diversos distritos del interior y de la capital, así como también de la sede central, y también un importante despliegue de maquinarías.
El tramo construido por la DPV trajo gran alivio a los productores de la zona, quienes a partir de aquel momento dejaron atrás definitivamente el aislamiento, y por ejemplo les posibilitó tener una vía permanente para sacar su hacienda, además es una gran ayuda para la comunidad escolar, cuyos alumnos y maestros pueden concurrir en otros transportes que no sea a caballos a las escuelas.
Merced a esta obra toda la zona cobró una dinámica especial, puesto que disponer de un camino en condiciones también les permitió acceder a localidades de cabecera a realizar sus compras y recibir también otros servicios con los cuales no contaban, todo ello sin los severos contratiempos de décadas.

08-01-2007 | Cargada en Obras - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social