El ministerio de la Comunidad, a través de su dirección de Personas con Discapacidad, en conjunto con la Asociación "Puente de Esperanza desarrollaron la 3° Jornada TEA de Formación Inclusiva, con el objetivo de capacitar a profesionales y padres sobre diferentes técnicas que favorezcan al tratamiento de niños y jóvenes que presentan trastornos del espectro autista (TEA) y otras discapacidades.
En ese sentido se explicó que los TEA son un grupo de discapacidades del desarrollo que pueden causar problemas graves, y hasta crónicos, de socialización, comunicación y conducta.
Participaron del lanzamiento el Ministro de la Comunidad, Telésforo Villalba, la subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Graciela Parola, la directora de Personas con Discapacidad, Liliana Saavedra, el presidente de la Asociación Puente de Esperanza, Tomás Leliur, entre otros. En ese sentido explicaron que las personas con TEA procesan la información en su cerebro de manera distinta a los demás y por ello se denomina "trastornos de un espectro" porque afectan de manera distinta a cada persona, y pueden ser desde leves hasta muy graves. Aunque todas las personas con TEA presentan algunos síntomas similares, especialmente los relacionados con problemas en la interacción social.
Los TEA suelen aparecer antes de los 3 años y duran toda la vida, pese a que los síntomas pueden mejorar con el tiempo. Algunos niños con TEA dan señales de que presentarán problemas futuros a meses de nacidos. En otros, puede ser que los síntomas no se manifiesten sino hasta los 24 meses o después. Algunos niños con TEA parecen desarrollarse normalmente hasta los 18 a 24, cuando dejan de adquirir nuevas destrezas o pierden las que ya tenían.
Alguno de los síntomas para tener en cuenta son que el niño no reacciona cuando la llaman por su nombre, hacia los 12 meses de edad, no señala objetos para mostrar su interés (señalar un avión que está volando), hacia los 14 meses, no juegua con situaciones imaginarias (por ejemplo, dar de "comer" a la muñeca), hacia los 18 meses, evita el contacto visual y prefiera estar sola, tiene dificultad para comprender los sentimientos de otras personas o para expresar sus propios sentimientos, tiene retrasos en el desarrollo del habla y el lenguaje, repite palabras o frases una y otra vez (ecolalia), contesta cosas que no tienen que ver con las preguntas, le irritan los cambios mínimos, tiene intereses obsesivos, aletea con las manos, meza su cuerpo o gire en círculos, reacciona de manera extraña a la forma en que las cosas huelen o suenan
Los TEA pueden ser difíciles de diagnosticar, porque no existen pruebas médicas, como los análisis de sangre, que diagnostiquen estos trastornos. Para hacer un diagnóstico, los médicos evalúan la conducta del niño y su desarrollo. A veces se pueden detectar a los 18 meses o antes. Hacia los dos años de edad, el diagnóstico que haga un profesional experimentado se puede considerar muy fiable.[1] Sin embargo, muchos niños no reciben un diagnóstico definitivo sino hasta que tienen más edad. Este retraso significa que hay niños con TEA que no reciben la ayuda que necesitan.
No hay un tratamiento único ni uno ideal para todos los niños con trastornos del espectro autista. Sin embargo, es muy importante enseñarle al niño destrezas específicas en un contexto bien planeado y estructurado. Algunos niños reaccionan bien a un tipo de tratamiento mientras que otros tienen una reacción negativa o no reaccionan para nada al mismo tratamiento. Antes de escoger el programa de tratamiento, es importante hablar con el pediatra y expertos que hayan asistido al niño para comprender todos los riesgos y beneficios.
También es importante recordar que los niños con TEA se pueden enfermar o lesionar de la misma manera que los otros niños que no tienen estos trastornos. Los chequeos médicos y dentales de rutina deben ser parte del plan de tratamiento. A menudo es difícil saber si la conducta de un niño está relacionada con una TEA o si es producto de una afección independiente.