Éramos, los formoseños, argentinos de segunda. Nos hicieron creer que, quizás por haberse originado nuestra Provincia en aquella injusta y fratricida guerra de la Triple Alianza, constituíamos una zona con hipótesis de "conflicto bélico" con el diezmado Paraguay.
Suelo recordar, porque marcó profundamente nuestra historia, y en particular mi vida, que a principios de la década del 60´ un periodista de la Revista Primera Plana arribó a Formosa por 24 horas y publicó un injurioso artículo sobre los formoseños, según el cual sólo servíamos para dormir la siesta y tomar tereré. La nota se titulaba: "Formosa, la bella durmiente."
¡Han pasado más de 50 años y pareciera que Formosa, sonriendo, despertó! Despertó desde un claro sentimiento de provincianía, por muchos años reprimido, que afloró rotundamente desde lo más profundo de nuestra propia identidad.
Éramos, los formoseños, argentinos de segunda. Nos hicieron creer que, quizás por haberse originado nuestra Provincia en aquella injusta y fratricida guerra de la Triple Alianza, constituíamos una zona con hipótesis de "conflicto bélico" con el diezmado Paraguay. Por eso, el ferrocarril se desvió hacia Misiones y nadie pensó en construir los 160 kilómetros que unirían a nuestra Provincia con el resto de la Nación. Y por ello a nuestra provincia nunca llegaron los grandes grupos de inmigrantes, que a través de las líneas férreas, sí desembarcaron en el Chaco, en la zona de Sáenz Peña, y en Misiones. No tuvimos la oleada de comunidades europeas, que asentaron su laboriosidad en las provincias hermanas.
Por eso no construyeron un puente sobre el río Bermejo, hasta la década del 70´, que nos permitiera salir de nuestro aislamiento, de nuestra forzada mediterraneidad.Y es claro, entonces, que parecíamos presas fáciles de quienes décadas más tarde asolaron el país y las economías regionales desde el neoliberalismo, y nos calificaban de "provincia Inviable".
Pero desde el fondo de nuestras gestas fundacionales, desde la del Comandante Fontana y nuestros primeros pobladores, que arribaron desde Villa Occidental, en cumplimiento del laudo diplomático del presidente estadounidense Hayes, hasta las medidas federales y las obras territoriales del Gobierno de Juan Perón, y la épica de la Provincialización conducida por Iglesias Paiz, Ianelli, Pereyra y Salemi, y acompañada por el conjunto de los habitantes del entonces territorio nacional, surgía el latente orgullo provinciano, que cantaron luego nuestros poetas.
Parecíamos, en los 50´, en los 60´, provincianos vergonzantes de nuestra identidad.
Pero firme y progresivamente apareció el formoseñismo, subestimado por muchos que no llegaron a compartir ese legítimo sentido de pertenencia a nuestro terruño, quizás adoctrinados por aquella concepción, sufrida también por toda la Nación, que no éramos capaces, que no servíamos y que todo lo bueno debía venir desde afuera, y en nuestro caso de allende el Bermejo.
Y nuestra Provincianía afloró desde aceptarnos los formoseños como somos, de entender que tenemos una visión cultural propia, asentada en el costado norte de la Patria, concibiéndonos como puerta de ingreso al país, y no su patio trasero, sintiéndonos parte inescindible de la Argentina, ubicándonos como corazón de la Cuenca del Plata, y del Eje de Capricornio, proyecto geopolítico que seguramente más temprano que tarde, permitirá al Mercosur la integración al Pacífico, que ya asoma en el horizonte universal como el próximo escenario de las grandes realizaciones de la humanidad.
Y cuando así lo entendimos, y lo plasmamos en la Constitución Provincial del 90/91, y cuando apareció una generación de militantes políticos que enarboló esas banderas, y cuando surgió de sus filas un conductor como Gildo que sintetizó las aspiraciones de generaciones de formoseños, a través de una planificación y una ejecución sistémica de objetivos y metas mensurables en tiempo y espacio, resultó irreversible el afianzamiento de nuestra propia provincianía.
Y todo ello pudo ser materializado recién cuando a nivel nacional, irrumpió nuevamente en escena el Proyecto Nacional de Evita y Perón, a través de un hombre que quizás por provenir de una provincia marginal y marginada como la nuestra, del sur de la patria, rápidamente interpretó las necesidades y aspiraciones de los formoseños. Y esa concepción federal de Néstor, continuada por Cristina, seguramente será profundizada por quien continúe conduciendo la República desde el voto popular.
Orgullosamente formoseños, nos sumaremos a través de nuestro propio modelo de proyecto Provincial, no sólo al país sino a la Patria Grande. Miramos Argentina desde el Bermejo, y a Latinoamérica desde el Pilcomayo, desde el propio corazón de Iberoamérica. Sencillamente, somos formoseños.
De una provincia que los de afuera decían inviable, estamos construyendo entre todos una provincia envidiable. Y sin renunciar a dormir la siesta y tomar tereré.
Porque a través de su historia, la "bella durmiente", ¡¡¡Formosa, sonriendo, despertó!!!
Diputado Nacional FpV de Formosa, Juan Carlos Díaz Roig.
¡Han pasado más de 50 años y pareciera que Formosa, sonriendo, despertó! Despertó desde un claro sentimiento de provincianía, por muchos años reprimido, que afloró rotundamente desde lo más profundo de nuestra propia identidad.
Éramos, los formoseños, argentinos de segunda. Nos hicieron creer que, quizás por haberse originado nuestra Provincia en aquella injusta y fratricida guerra de la Triple Alianza, constituíamos una zona con hipótesis de "conflicto bélico" con el diezmado Paraguay. Por eso, el ferrocarril se desvió hacia Misiones y nadie pensó en construir los 160 kilómetros que unirían a nuestra Provincia con el resto de la Nación. Y por ello a nuestra provincia nunca llegaron los grandes grupos de inmigrantes, que a través de las líneas férreas, sí desembarcaron en el Chaco, en la zona de Sáenz Peña, y en Misiones. No tuvimos la oleada de comunidades europeas, que asentaron su laboriosidad en las provincias hermanas.
Por eso no construyeron un puente sobre el río Bermejo, hasta la década del 70´, que nos permitiera salir de nuestro aislamiento, de nuestra forzada mediterraneidad.Y es claro, entonces, que parecíamos presas fáciles de quienes décadas más tarde asolaron el país y las economías regionales desde el neoliberalismo, y nos calificaban de "provincia Inviable".
Pero desde el fondo de nuestras gestas fundacionales, desde la del Comandante Fontana y nuestros primeros pobladores, que arribaron desde Villa Occidental, en cumplimiento del laudo diplomático del presidente estadounidense Hayes, hasta las medidas federales y las obras territoriales del Gobierno de Juan Perón, y la épica de la Provincialización conducida por Iglesias Paiz, Ianelli, Pereyra y Salemi, y acompañada por el conjunto de los habitantes del entonces territorio nacional, surgía el latente orgullo provinciano, que cantaron luego nuestros poetas.
Parecíamos, en los 50´, en los 60´, provincianos vergonzantes de nuestra identidad.
Pero firme y progresivamente apareció el formoseñismo, subestimado por muchos que no llegaron a compartir ese legítimo sentido de pertenencia a nuestro terruño, quizás adoctrinados por aquella concepción, sufrida también por toda la Nación, que no éramos capaces, que no servíamos y que todo lo bueno debía venir desde afuera, y en nuestro caso de allende el Bermejo.
Y nuestra Provincianía afloró desde aceptarnos los formoseños como somos, de entender que tenemos una visión cultural propia, asentada en el costado norte de la Patria, concibiéndonos como puerta de ingreso al país, y no su patio trasero, sintiéndonos parte inescindible de la Argentina, ubicándonos como corazón de la Cuenca del Plata, y del Eje de Capricornio, proyecto geopolítico que seguramente más temprano que tarde, permitirá al Mercosur la integración al Pacífico, que ya asoma en el horizonte universal como el próximo escenario de las grandes realizaciones de la humanidad.
Y cuando así lo entendimos, y lo plasmamos en la Constitución Provincial del 90/91, y cuando apareció una generación de militantes políticos que enarboló esas banderas, y cuando surgió de sus filas un conductor como Gildo que sintetizó las aspiraciones de generaciones de formoseños, a través de una planificación y una ejecución sistémica de objetivos y metas mensurables en tiempo y espacio, resultó irreversible el afianzamiento de nuestra propia provincianía.
Y todo ello pudo ser materializado recién cuando a nivel nacional, irrumpió nuevamente en escena el Proyecto Nacional de Evita y Perón, a través de un hombre que quizás por provenir de una provincia marginal y marginada como la nuestra, del sur de la patria, rápidamente interpretó las necesidades y aspiraciones de los formoseños. Y esa concepción federal de Néstor, continuada por Cristina, seguramente será profundizada por quien continúe conduciendo la República desde el voto popular.
Orgullosamente formoseños, nos sumaremos a través de nuestro propio modelo de proyecto Provincial, no sólo al país sino a la Patria Grande. Miramos Argentina desde el Bermejo, y a Latinoamérica desde el Pilcomayo, desde el propio corazón de Iberoamérica. Sencillamente, somos formoseños.
De una provincia que los de afuera decían inviable, estamos construyendo entre todos una provincia envidiable. Y sin renunciar a dormir la siesta y tomar tereré.
Porque a través de su historia, la "bella durmiente", ¡¡¡Formosa, sonriendo, despertó!!!
Diputado Nacional FpV de Formosa, Juan Carlos Díaz Roig.