Fue asimismo la rica fuente que
proporcionó los materiales con que todas estas realizaciones
fueron posibles: todas las estacas, puentes, y obras de todo tipo
se fueron ejecutando, hasta las “tablillas” que daban
nombre a las calles, fueron de madera, y las casas la emplearon
para su estructura.
Pero, esta misma tarea de “descubrimiento”
y desmonte, llevó muy pronto al necesario acondicionamiento
de calles, veredas y construcciones, por medio del mejor y más
directo protector que la misma naturaleza brindaba en abundancia:
el árbol.
Ya en 1.895 surge la necesidad de dictar una
ordenanza que reglamentara la disposición de éstos
en las veredas; fijando “3,25 m de la línea del cerco
hacia la calle”.
Esta simple norma, tuvo y aún conserva
una fundamental importancia urbanística. Habla de hecho,
de la presencia de un importante número de árboles
por vereda, que aun tratándose de especies pequeñas
o medianas, formaría una verdadera masa de follaje, casi
tocándose con la vereda opuesta; generando verdaderos túneles
de sombra cuyas virtudes, solo por este hecho merecen ser destacadas:
Deja
entrever una valiosa concepción de las calles
no como meros conectores sino como ámbitos propiciantes
para el encuentro o la simple estancia, valorando su función
reguladora de los rigores climáticos.
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En 1.899 se introducen desde
el Paraguay cien plantas de Paraíso “a razón
de veinte centavos cada uno para ubicarlos en las calles donde
los vecinos se comprometan a cuidarlos”, recomendación
que expresa la consideración de ellos como un bien, merecedor
de cuidados.
El paraíso especie no autóctona
(originaria de Asia y Australia) pero excelentemente adaptada
a nuestra región, provee una sombra densa y fresca durante
los meses de verano, y un suave perfume característico
en la época de floración; razones que tal vez sustentaron
la medida.
Como parte importante de los actos de celebración
del Centenario de Mayo, en 1.910 autoridades y representantes
civiles plantaron solemnemente ejemplares de Eucaliptos en la
Avenida de Mayo entre Rivadavia y Belgrano. El Municipio había
recibido 500 ejemplares de Eucaliptos, y a más de los plantados
oficialmente ese año, fueron repartidos entre los pobladores,
y todos de esa especie gigante que todavía quedan en algunas
fincas son hermanos de los que se encuentran en la Plazoleta Centenario.
En 1.915, bajo el gobierno de Juan José
Silva se practicó una profusa plantación general.
Se emplazaron cien Tipas; cien Plátanos; cien Acacias de
Constantinopla; cincuenta Paraísos gigantes; doscientos
Timbó y treinta Lapachos, todas especies de porte importante,
larga vida y buena sombra. La presencia de estos últimos,
a más de las bondades mencionadas, en los fines del invierno
constituye un motivo más que válido para su incorporación
como ornamentación urbana.
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