El,
simpatizaba con Boca y me hablaba desde Roberto Cherro, pasando
por Delfin Benítez Cáceres, Antonio Roma, Paulo
Valentín, Silvio Marzolini y de un tal Antonio Rattin,
que jugando para la Selección Argentina, frente a Inglaterra,
le hizo poner colorada a la propia Reina, nada menos que en la
Catedral del Fútbol....o sea el Estadio de Wembley en Inglaterra
y durante el Mundial de 1966.
Recuerdo que al abuelo lo miraba con ternura,
pero sin poder interpretar su verdadero mensaje que hasta ahora
no se si fue de orgullo o de emoción. Así fui creciendo
en una familia humilde, pero siempre con la "pilcha"
limpia, la mesa modesta y el mantel blanco.
En una de las cabeceras... el "nono"
y en la otra el "viejo". Recuerdo que nadie podía
levantarse de la mesa antes que ellos y nada de ruido en la boca
al tomar la sopa de verduras.
Recuerdo
que me ayudaba a hacer los deberes y aferrado a su mano, me acompañaba
hasta la escuela. Fue puntual a la hora de salida, con algún
paraguas o algo para cubrirme en tardes de lluvia. Nunca lo vi
triste. Siempre tuvo un rostro feliz y más conmigo cuando
jugábamos. Mi primer barrilete fue obra de él. La
primera pelota de fútbol me la regaló él.
Los zapatos lustrados, la ropa limpia y el guardapolvo
impecable contaban con su aprobación. Nos entendimos siempre.
Nunca un reproche. Por el contrario, el me quería, yo lo
adoraba. Fue una relación limpia, serena, afectiva.
Un
día, inesperado por cierto, vino una ambulancia
a mi casa y lo llevaron al abuelo. Pregunté y me dijeron
que estaba enfermo, que muy pronto volvería a casa.
Me mintieron. El querido "nono" volvió después
de dos días.... pero se había muerto.
Te juro que sentí una tremenda desesperación.
Es que el "nono" fue muy especial para mí. Ya
no tenía al "ídolo" que me llevaba a la
cancha. Me faltaba su compañía para hacer los deberes,
para que me relate un cuento, para ir hasta el almacén
de la esquina y... lo más lindo, para ir a pescar un domingo
a la mañana para regresar por la tarde con algunos "bagres"
y pirañas.
Tengo
muy lindos recuerdos del "nono". Fue el que me despertaba
por las mañanas y me acunaba durante la noche. Era mi compañía
de siempre, cuando algún resfrío me obligaba a quedarme
en cama.
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¡Ay
"nono" cuanto te sigo extrañando! Algunas
veces miro las fotos amarillas por el paso del tiempo y vuelven
a mi mente aquellos hermosos días que pasamos juntos. Yo...
orgulloso de vos y seguramente vos "chocho" por el nieto
que te dio la vida.
Cuando al abuelo lo llevaron al cementerio... recuerdo
que lloré de impotencia. Me sentí despojado de algo
que era "mío" que lo disfrutaba a cada instante,
que lo tenía siempre al alcance de mis manos.
Recuerdo
que quería que sea arquero, para parecerme a Carlitos Gómez,
Marcelo Bressan, Juan José Medina, Segundo Silguero, Getulio
Fragueda y otros tantos que brillaron en el fútbol de Formosa
Todas las tardes después de venir de la escuela
y tras la merienda obligada me llevaba hasta el "potrero"
del barrio y me tiraba unos pelotazos que muchas veces fueron
gol y otras veces los pude atajar. Eran lindos recuerdos, lo pasaba
lindo con el "nono". Creo que hasta éramos "compinches".
El me contaba cosas de la vida, yo lo escuchaba y juntos vivimos
una etapa de vida que resulta difícil explicar en toda
su dimensión.
Cuando
ya no estuvo en la casa. Cuando en la mesa había un lugar
desocupado. Cuando aprendí a despertarme solo y debí
comprender que los "cuentos del nono" ya nunca los iba
a escuchar. Cuando ya no me hablaron de los ídolos del
fútbol y los mandados del almacén los hacia solo....
ahí recién pude comprender que el "querido
nono" ese ser humano excepcional que nos da la vida, fue
un gran hombre.
Un virtuoso. Un ídolo. Un amigo. Un consejero
que por sobre todas las cosas me enseñó el respeto
por los mayores, el amor a la patria y lo más importante,
ser honesto, leal y amigo.
El
paso del tiempo me hizo comprender muchas cosas. Las
vueltas de la vida me enseñaron a seguir sus consejos,
por eso creo que hoy el estará orgulloso, como yo me sentía
cuando sentado sobre sus rodillas me hablaba de Boca y de las
cosas lindas de la vida.
Un
relato sencillo, tierno, emotivo. Una historia que se
repite en miles de hogares todos los días, aunque yo considere
que he tenido el "mejor nono" del mundo, el amigo leal,
el que nunca me falló, el que fue humilde hasta para morir,
porque sabiendo de su dolencia, nunca quiso herirme, ni preparó
la triste despedida, donde yo le hablaba y el no me contestaba.
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