La
frase suele ser utilizada para incorporarnos en la abstracción
sobre la observación, el análisis y la resultante
información de la realidad. El búho de Minerva ha
observado detalladamente los sucesos del día, y una vez
llegada la tranquilidad de las sombras de la noche vuela donde
su ama y procede a informarla de todo lo sucedido. La información
era en aquel entonces como lo es ahora la clave de la sabiduría,
del conocimiento y de la valoración la información
que parte de la realidad se entiende.
Poco
más de dos mil años en el futuro, en el escenario
del comienzo del tercer milenio de la cristiandad; particularmente
en nuestra conformación histórico-cultural, el saber
como riqueza sigue siendo patrimonio de los que están informados
suficientemente sobre la realidad.
Y este patrimonio trasciende y va aun más
allá del conocimiento ecléctico de los académicos
que muchas veces acomodan la información allende o más
acá de la realidad; específicamente en comodidad
con sus necesidades de resultado.
La sabiduría del pueblo es una cuestión
cultural indiscutible, es una de esas verdades cerradas; que en
los proyectos del poder hegemónico aparece como una urgencia
a ser manipulada y tergiversada. Buscando generar una realidad
que vaya a contrapelo de las culturas de los pueblos.
Para ello el manejo de los medios masivos de
comunicación es un arma de gran contundencia. Los pueblos
fuertes culturalmente y que transitamos por procesos revolucionarios
somos los más atacados y quienes mejor conocemos sus costos.
Aun así, con esta semi verdad fabricada,
es el pueblo el que vive en la realidad cotidiana. Y aún
es posible que con todo el manejo de las armas comunicacionales,
las ofertas de los medios, y sus operadores, no sean alternativas
valederas.
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Que
no quiere decir que por eso sean menos peligrosos, lo son en grado
sumo. Lo que sí podemos afirmar remitiéndonos
a los recientes acontecimientos nacionales y provinciales, es
que los pueblos y gobiernos que trabajan y construyen desde el
conocimiento de su realidad y son concientes de la proyección
futura de sus destinos, siempre van a dar respuestas contundentes
y fuera de toda discusión.
El pueblo sabe. El pueblo vive en su realidad
y sabe leer las transformaciones producidas, porque inciden notablemente
sobre su “modus vivendi”.
Es una obligación de los que pretenden
ser mentores en sus comunidades tener una lectura permanente de
la realidad. Comprender por sobre todas las cosas el comportamiento
cultural ante las nuevas ofertas, en pro o en contra del futuro
de ese pueblo. Todo cambio estructural conlleva íntimamente
ligado un cambio cultural. El que no comprenda esta verdad no
podrá compartir la verdad del pueblo.
El argentino es un pueblo que ha cambiado la
realidad de su destino varias veces a través de movimientos
revolucionarios. El pueblo formoseño es argentino; por
ende debe ser revolucionario. Y como todo pueblo culto, construye
su revolución en paz. Nuestro pueblo vive en su realidad
y la analiza constantemente, pues esta realidad habita en constante
crecimiento.
Los cambios que se producen en las estructuras
comunicacionales, educativas, productivas, de salud, etc., producen
también grandes cambios culturales. Es en este sentido
que el pueblo se pronuncia. Y sus pronunciamientos son correcciones
al rumbo o ratificaciones a la gestión. El que crea otra
cosa está en un plano diferente al de este pueblo.
Recordemos que es el pueblo quien escribe la
historia. Y no necesita, ni permite, que nadie se la dicte. El
pueblo sabe y sobre esa sabiduría; construye.
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