Durante
la 33º Conferencia General de la UNESCO aprobaron
en París la Convención sobre la Diversidad Cultural,
destinada a proteger los bienes culturales y evitar que éstos
sean tratados como una mercancía. Se trata de una de las
iniciativas en defensa de la cultura más importantes en
los últimos años.
Esto establece y otorga a los Estados miembros
el derecho a fomentar y proteger su producción cultural
de la universalidad globalizadora. En época de mercados
liberalizados, los bienes culturales reciben ahora una posición
especial y se destacan por encima de las mercancías ''normales''
Por primera vez, la comunidad internacional se
ha dotado de un instrumento normativo de gran envergadura para
afirmar su convicción de que el respeto de la diversidad
de las culturas y el diálogo intercultural constituyen
una de las mejores garantías de desarrollo y de paz.
En el último decenio del siglo XX surgieron
conflictos considerados de origen cultural. El nuevo milenio no
ha logrado conjurar la desconfianza hacia los« otros ».
Ahora bien, nuestro planeta rebosa de pueblos múltiples,
cada uno con su lengua, sus tradiciones, sus técnicas y
sus identidades específicas que deberían enriquecer
nuestras vidas, al ser fuente de una creatividad inagotable. Pero
en la era de la mundialización, ¿es posible seguir
viviendo en el rechazo o la ignorancia de esta riqueza?
La diversidad cultural ocupa un lugar central
entre las preocupaciones de la UNESCO desde su creación,
hace más de 50 años. La aprobación de la
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad
Cultural (2 de noviembre de 2002) ha confirmado una vez más
el compromiso de la Organización con el fomento de «
la fecunda diversidad de las culturas», con miras a un mundo
más abierto y más creativo en el nuevo contexto
del siglo XXI.
La cultura no es una mercancía",
es lo que enfatiza la Convención sobre la Protección
de la Diversidad Cultural. El documento, en su artículo
20 establece la no supeditación de este nuevo instrumento
jurídico internacional a ningún otro, incluyendo
los acuerdos comerciales. Este es uno de los puntos más
denostados por Estados Unidos, país que junto con Israel,
se opuso al acuerdo, mientras que 148 Estados dieron su voto a
favor, en tanto que Honduras, Nicaragua, Liberia y Australia se
abstuvieron.
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La
embajadora estadounidense ante la UNESCO, Louise
Olivier, dijo que la convención es "un documento
erróneo, ambiguo y proteccionista" que puede
equivaler a un cuestionamiento de la libertad de expresión,
entre otras razones "porque el término excepción
cultural nunca ha sido definido". También quedó
clara la postura de los representantes norteamericanos que
blanquearon que una convención de esas características
va en contra de otros acuerdos como la Organización
Mundial de Comercio.
Estas expresiones no sorprenden. Durante
dos décadas, Estados Unidos dio la espalda a la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO), porque consideraba que defendía
las ideas de dictadores de izquierda y despilfarraba dinero.
Fue en 2003 cuando Washington regresó al organismo
internacional, donde ahora sufrió un severo revés.
Una aplastante mayoría aprobó en la 33º
Asamblea General de la UNESCO, la Convención para
la Protección de la Diversidad Cultural.
A pesar de que la secretaria de Estado
estadounidense, Condoleezza Rice, advirtió que de
esta manera quedaría ''destruido'' el trabajo de
la UNESCO de los años recientes. Claro, en 1984 los
Estados Unidos se retiraron de la UNESCO provocando un cuantioso
boquete en su magro presupuesto, y cuando volvieron en el
2004 tan sólo fue para oponerse a múltiples
acuerdos que beneficiaban a la mayoría de los países
signatarios.
Una nota recibida por Internet expresa
¿Qué mundo se imaginará Condoleezza
en el País de las Maravillas? ¿Uno donde negritos,
chinitos, indiecitos jueguen tenis y fútbol americano,
coman hamburgers & french fries y beban cocas en vasos
de cartón? ¿Un mundo en jeans, diseñado
a la medida de la american way of life? Hay algo más
grave.
Los expertos dicen que esta actitud entraña
un menosprecio a las culturas nacionales, una concepción
de las culturas como mercancías y, lo peor, "una
subordinación de los bienes culturales a las normas
de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que
trata de reforzar su dominio global, usando su vieja táctica
del "garrote y la zanahoria": Si miras cine gringo
tienes ayuda, de lo contrario no hay nada".
"Para los latinoamericanos significa un nuevo hito
en la defensa de las industrias culturales. A partir de
ahora cada uno de los países podrá tomar las
medidas que considere conveniente para proteger y promover
la diversidad de sus expresiones culturales, este apoyo
a la cultura regional redundará en nuevas posibilidades
para la creación, producción y disfrute de
los bienes culturales y será un impulso para crear
trabajo.
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PLAN
DE ACCION:
Se ha establecido un plan de acciones para la aplicación de esta
Declaración, donde los Estados miembros se comprometen a:
1. Profundizar el debate internacional sobre los problemas
relativos a la diversidad cultural, en particular los que se refieren
a sus vínculos con el desarrollo y a su influencia en la formulación
de políticas, a escala tanto nacional como internacional; profundizar
en particular la reflexión sobre la conveniencia de elaborar un
instrumento jurídico internacional sobre la diversidad cultural.
2. Desarrollar la definición de los principios, normas
y prácticas en los planos nacional e internacional, así
como de los medios de sensibilización y las formas de cooperación
más propicios a la salvaguardia y a la promoción de
la diversidad cultural.
3. Favorecer el intercambio de conocimientos y de las prácticas
recomendables en materia de pluralismo cultural con miras a facilitar,
en sociedades diversificadas, la inclusión y la participación
de las personas y de los grupos que proceden de horizontes culturales
variados.
4. Avanzar en la comprensión y la clarificación
del contenido de los derechos culturales, considerados como parte integrante
de los derechos humanos.
5. Salvaguardar el patrimonio lingüístico de la humanidad
y apoyar la expresión, la creación y la difusión
en el mayor número posible de lenguas.
6. Fomentar la diversidad lingüística -respetando
la lengua materna- en todos los niveles de la educación, dondequiera
que sea posible, y estimular el aprendizaje del plurilingüismo desde
la más temprana edad.
7. Alentar, a través de la educación, una toma
de conciencia del valor positivo de la diversidad cultural y mejorar,
a este efecto, tanto la formulación de los programas escolares
como la formación de los docentes.
8. Incorporar al proceso educativo, tanto como sea necesario,
métodos pedagógicos tradicionales, con el fin de preservar
y optimizar los métodos culturalmente adecuados para la comunicación
y la transmisión del saber.
9. Fomentar la “alfabetización electrónica”
y acrecentar el dominio de las nuevas tecnologías de la información
y de la comunicación, que deben considerarse al mismo tiempo como
disciplinas de enseñanza y como instrumentos pedagógicos
capaces de reforzar la eficacia de los servicios educativos.
10. Promover la diversidad lingüística en el espacio
numérico y fomentar el acceso gratuito y universal, a través
de las redes mundiales, a todas las informaciones que pertenecen al dominio
público.
11. Luchar contra las desigualdades en materia de electrónica
-en estrecha cooperación con los organismos competentes del sistema
de las Naciones Unidas- favoreciendo el acceso de los países en
desarrollo a las nuevas tecnologías, ayudándolos a dominar
las tecnologías de la información y facilitando a la vez
la circulación electrónica de los productos culturales endógenos
y el acceso de dichos países a los recursos numéricos de
orden educativo, cultural y científico, disponibles a escala mundial.
12. Estimular la producción, la salvaguardia y la difusión
de contenidos diversificados en los medios de comunicación y las
redes mundiales de información y, con este fin, promover la función
de los servicios públicos de radiodifusión y de televisión
en la elaboración de producciones audiovisuales de calidad, favoreciendo
en particular el establecimiento de mecanismos cooperativos que faciliten
la difusión de las mismas
.
13. Elaborar políticas y estrategias de preservación
y valorización del patrimonio cultural y natural, en particular
del patrimonio oral e inmaterial, y combatir el tráfico ilícito
de bienes y servicios culturales.
14. Respetar y proteger los sistemas de conocimiento
tradicionales, especialmente los de las poblaciones autóctonas;
reconocer la contribución de los conocimientos tradicionales a
la protección del medio ambiente y a la gestión de los recursos
naturales, y favorecer las sinergias entre la ciencia moderna y los conocimientos
locales.
15. Apoyar la movilidad de creadores, artistas, investigadores,
científicos e intelectuales y el desarrollo de programas y de asociaciones
internacionales de investigación, procurando al mismo tiempo preservar
y aumentar la capacidad creativa de los países en desarrollo y
en transición.
16. Garantizar la protección de los derechos de autor
y de los derechos conexos, con miras a fomentar el desarrollo de la creatividad
contemporánea y una remuneración justa del trabajo creativo,
defendiendo al mismo tiempo el derecho público de acceso a la cultura,
de conformidad con el Artículo 27 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos.
17. Ayudar a la creación o a la consolidación de
industrias culturales en los países en desarrollo y los países
en transición y, con este propósito, cooperar en el desarrollo
de las infraestructuras y las competencias necesarias, apoyar la creación
de mercados locales viables y facilitar el acceso de los bienes culturales
de dichos países al mercado mundial y a los circuitos de distribución
internacionales.
18. Elaborar políticas culturales que promuevan los principios
inscritos en la presente Declaración, entre otras cosas mediante
mecanismos de apoyo a la ejecución y/o de marcos reglamentarios
apropiados, respetando las obligaciones internacionales de cada Estado.
19. Asociar estrechamente los diferentes sectores de la sociedad
civil a la definición de las políticas públicas de
salvaguardia y promoción de la diversidad cultural.
20. Reconocer y fomentar la contribución que el sector
privado puede aportar a la valorización de la diversidad cultural
y facilitar, con este propósito, la creación de espacios
de diálogo entre el sector público y el privado.
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