Y
tan acertada ha sido la decisión que alegra
ver a numerosas familias y personas congregarse en ese punto de
la ciudad para disfrutar de este espacio físico y espiritual.
Nuevamente Formosa se convierte en ejemplo de sostenimiento de valores
que expresan una inmensa riqueza, frente a intentos deliberados
de trastocar algo tan importante para la cultura de un pueblo como
lo es su fe. Y esto no es por casualidad, sino porque es natural
concebir a la persona como el centro de toda acción y ésta
es una unidad en donde su dimensión trascendente no debe
quedar relegada a un segundo plano.
Tanto en Buenos Aires
como en la provincia de Córdoba, se realizan muestras “artísticas”
que gratuitamente ofenden el sentir y valorar religioso de todo
un pueblo. En cambio en Formosa, sin agresión ni ofensa,
se propone la cruz y el pesebre como símbolos de amor, unidad,
familia, fe y esperanza, valores éstos esenciales en la formación
de las personas.
En la misa realizada el día 23 de diciembre, pp, el sacerdote
expresaba justamente la importancia de contemplar como familia a
la familia de Belén, porque los cristianos tenemos en el
pesebre todo un ejemplo de vida, propuesta para todos en un mundo
que a veces se olvida de Dios.
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